Economía
Trump y el error proteccionista
Donald Trump ha decidido nuevamente apostar por el proteccionismo, anunciando aranceles del 25% al acero y aluminio importados. Esta estrategia, lejos de fortalecer la economía estadounidense, encarece los costos de producción y desincentiva la competencia.
El proteccionismo no protege a la industria nacional; la vuelve menos eficiente y dependiente del favor estatal.
La economía estadounidense ha prosperado históricamente gracias al libre comercio, la desregulación y la innovación impulsada por la competencia. La imposición de aranceles solo genera represalias comerciales de otros países, encarece los productos para los consumidores y afecta la capacidad exportadora de Estados Unidos (EE.UU.). En lugar de cerrar sus mercados, Trump debería expandirlos.
Estrategia
Una estrategia económica inteligente implicaría retomar la senda de las reformas de libre mercado. EE.UU. debería apostar por una reducción de regulaciones que limitan la actividad empresarial, impulsar privatizaciones y promover la competencia en sectores estratégicos. Históricamente, las economías más abiertas han sido las más prósperas.
Trump podría aprender de ejemplos exitosos como Hong Kong y Singapur, que han alcanzado niveles de desarrollo envidiables gracias a sus políticas de apertura económica y libre comercio. En lugar de impulsar medidas proteccionistas, debería buscar acuerdos comerciales más amplios, como la reactivación de una cumbre continental similar al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), donde se discutan temas clave como inmigración, inversiones, el combate al narcotráfico y el retorno de capitales productivos a la región.
Integración comercial
El liderazgo estadounidense no debe ejercerse con medidas restrictivas que perjudiquen su propia economía. En cambio, debe apostar por una integración comercial que impulse el crecimiento y la inversión. Si EE.UU. quiere seguir siendo una potencia económica, necesita atraer talento, capital y oportunidades, no cerrarse al mundo con barreras artificiales.
Los aranceles son impuestos disfrazados que terminan afectando a los consumidores y empresarios estadounidenses. Trump tiene la oportunidad de cambiar el rumbo y optar por una estrategia de crecimiento basada en el libre mercado, la competencia y la integración continental.
La historia ha demostrado que las economías abiertas son las que prosperan, y EE.UU. no debe ser la excepción.
Por: José Luis Tapia-Rocha
Economista, analista económico y profesor de Economía Política