Economía
Una Iniciativa Americana Tras Otra: ¿Para qué?
En junio de 2021, el presidente de Estados Unidos (EE.UU.), Joe Biden, se estrenó en la Cumbre del Grupo de los Siete (G7) declarando que “los EE.UU. ha vuelto a la mesa”.
Él ofreció un ambicioso plan titulado Build Back Better World (B3W), en el que prometió ayudar a reducir el déficit de infraestructuras de más de $40,000 millones en el mundo en desarrollo para 2035.
Un año más tarde, los líderes del G-7 se reunieron para comprobar que la iniciativa estaba en ruinas. Dicha iniciativa carece de efecto real, ya que los proyectos de ley pertinentes siguen estancados en el Congreso de EE.UU. Carece de financiamiento, ya que la inversión real es inferior a los $6 millones, y carece de viabilidad, ya que la inversión y el mantenimiento de las infraestructuras domésticas de EE.UU. son inadecuados desde hace tiempo. Irónicamente, el B3W mostró al mundo lo que se podía conseguir con una asociación de infraestructuras que “refleja los valores democráticos”.
Pero la historia no termina ahí. En la reciente Cumbre del G-7, celebrada del 26 al 28 de junio en Schloss Elmau (Alemania), los EE.UU. lanzó la Asociación para la Infraestructura y la Inversión Global (Pgii, por sus siglas en inglés). A primera vista, la nueva iniciativa parece más práctica, ya que pretende movilizar $600,000 millones, de los cuales $200,000 millones serán aportados por los EE.UU., durante los próximos cinco años para satisfacer las necesidades infraestructura de los países en desarrollo. Sin embargo, si se examina con detenimiento, no es más que el vino viejo en una nueva botella, ya que los problemas que plagaban el B3W siguen existiendo.
Según una hoja informativa publicada por la Casa Blanca, el Gobierno de los EE.UU. ha puesto en marcha 10 proyectos emblemáticos en el marco del Pgii que cubren sectores como la electricidad, el desarrollo de centrales nucleares, la economía digital, la seguridad alimentaria y las vacunas. Sin embargo, muchos de ellos son programas estadounidenses existentes en países en desarrollo, y los problemas de financiación continúan. Por ejemplo, el programa Digital Invest en Asia, África y América Latina pretende aprovechar $3.45 millones del financiamiento de la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional (Usaid, por sus siglas en inglés) a fin de movilizar hasta $335 millones de capital privado, una tarea prácticamente imposible. Si el mundo en desarrollo confía en su desarrollo infraestructural a este proyecto, probablemente se perderán oportunidades. Es mejor proceder con cautela.
En la Novena Cumbre de las Américas, celebrada en junio, los EE.UU. presentó una versión americana del Pgii, la Alianza para la Prosperidad Económica (Apep, por sus siglas en inglés), que recuerda a la Iniciativa para las Américas (EAI) lanzada por el presidente George H. W. Bush en 1990. Prometiendo establecer “una zona de libre comercio que se extienda desde el puerto de Anchorage hasta la Tierra del Fuego”, la EAI fue brevemente popular en América Latina y fue el tema principal durante las cuatro primeras cumbres de las Américas desde 1994. Sin embargo, los EE.UU. sólo actuó en su propio interés, ignorando las legítimas preocupaciones de los países latinoamericanos. Ambas partes se dividieron profundamente en temas como las subvenciones agrícolas, y la iniciativa acabó fracasando.
Donald Trump lanzó en 2019 la iniciativa Crecimiento en las Américas, que en realidad era una iniciativa de Crecimiento en América, ya que seguía la línea de America First, seguía los estándares americanos y servía a los intereses americanos. Esta iniciativa se abandonó al finalizar la presidencia de Trump.
La iniciativa B3W de la administración Biden no ha conseguido mejorar las cosas para los países latinoamericanos. Un segundo intento llega ahora a través de la APEP. Los EE.UU. afirma que la APEP sigue unos estándares “elevados”, como la democracia al estilo estadounidense, las políticas de derechos humanos, la protección del medio ambiente y la transparencia. El supuesto subyacente es que todas las medidas que se adopten deben cumplir las normas estadounidenses. Si el APEP sigue los pasos de sus predecesores y deja que los EE.UU. lo dicte todo, se encontrará en un callejón sin salida, ya que muchas de las llamadas normas no se ajustan a las realidades locales.
El uso por parte de los EE.UU. de términos como “crecimiento”, “prosperidad” y “asociación” demuestra que Washington es plenamente consciente de la aspiración latinoamericana del respeto y el desarrollo. Y sin embargo, mientras los Estados Unidos blanquea una iniciativa tras otra, sus promesas de desarrollo y paz siguen sin cumplirse. ¿Por qué? No es que no pueda. Es que no lo hará.
El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador expresó su decepción durante su visita a Guatemala en mayo del año en curso. “Ya aprobaron $30,000 millones para la guerra en Ucrania, mientras que nosotros estamos esperando desde el Presidente Donald Trump, pidiendo que donen $4,000 millones, y a la fecha, nada, absolutamente nada”, dijo.
Actualmente, la demanda de infraestructuras del mundo en desarrollo es enorme y acuciante. Según el Banco Interamericano de Desarrollo, el déficit de inversión en América Latina y el Caribe representa el 2.5% del Producto Interno Bruto (PIB) de la región y alcanza los $150,000 millones anuales. Las elevadas demandas requieren un fuerte aumento de la colaboración, que permita un espacio más amplio para bienes públicos específicos y de alta calidad que realmente beneficien a los países en desarrollo, y más oportunidades de beneficio mutuo.
Muchos países en desarrollo tienen grandes esperanzas puestas en los EE.UU., ya que es la mayor economía del mundo. Esperemos que esta vez ofrezca algo sólido, que ayude a los países en desarrollo a afrontar los problemas reales y a alcanzar gradualmente la prosperidad económica, y que actúe como un país importante constructivo y responsable, en lugar de como un aguafiestas que habla de boquilla e incluso desacredita otros bienes públicos eficaces. De lo contrario, la escasa credibilidad que le queda al liderazgo de los EE.UU. puede expirar pronto.
Lu Daxin
Analista internacional
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