Nacionales
El buen hablar
El buen hablar debe ser una característica o una impronta en la personalidad, el carácter, el comportamiento, de todo ser humano. Sirva esto como una introducción al tema que deseo abordar: ¿Cómo es el hablar del panameño? Algunos videos que me ha tocado ver, por parte de curiosos que graban hechos o situaciones que, de alguna manera, causan impacto para quien los vea, suelen describir con palabras soeces u obscenas, lo que, con palabras apropiadas y bien dichas, sin duda alguna, quedaría mejor y lo que quieren comunicar o dar a conocer a la opinión pública tendría mejores efectos o resultados.
Es el caso que, recientemente, me reenviaron un video en el que se escucha a una persona, mientras grababa, describiendo un accidente donde un gran camión se vuelca y es asistido por una grúa que, en el intento de ponerlo en su vía, también, termina volcándose. Llama la atención el cúmulo de palabras soeces u obscenidades que el hablante emplea para describir el acontecimiento.
Recuerdo, muy bien, que uno de los consejos que nuestros padres solían darnos era inspirarnos o exhortarnos a distinguirnos por el buen hablar. El buen hablar no es otra cosa que el uso apropiado, oportuno y correcto de las palabras, conforme a su ubicación, conjugación y reglas de la gramática propia del idioma, en este caso, el español como nuestra lengua. El buen hablar, obviamente, puede traducir el grado de cultura, cierto, pero también el grado de educación, urbanidad e instrucción de una persona. En las palabras del hablante la moral y la ética afloran. De modo que si te acostumbras al uso inveterado de palabras soeces, es probable que tus principios y valores de vida y de cristiandad no anden muy bien. Tu propio ser interior debe estar padeciendo de algunas dolencias espirituales. En mi época de muchacho, allá en la Matuna de David Guerra, Luisa Barría, Andrés Barría, Omar Lynch, Marquito Domínguez (Ya fallecidos todos ellos, a excepción de Andrés) y de tantos otros grandes profesionales e intelectuales que salieron de ese barrio, cuando de pronto se aparecía alguien de muy mal hablar, solía decirse que de la boca de esa persona tan solo salían “sapos, lombrices, culebras, cucarachas y escorpiones” y nos apartábamos.
No obstante, es necesario observar que no se requiere ser instruido, ni se requiere tener un alto nivel profesional o un título universitario para decir: “Bueno, por el hecho ya de tener estos títulos, tal o cual persona es de buen hablar”. Hasta propios profesionales, que no son pocos, cuando hablan se asisten del recurso de la palabra obscena, la palabra plagada de mucha obscenidad o vulgaridad a fin de dar a conocer una idea, expresar un pensamiento, un sentimiento. No se requiere hacer uso de estas palabras obscenas, que terminan siendo una especie de bastoncillos en el que habla, para dialogar, conversar, compartir, en fin. Es menester, entonces, que prestemos un poquito de atención e importancia al porqué el buen hablar debe ser un atributo de cada persona. Y es que el hombre se comunica, básicamente, a través de la palabra. El hombre da a conocer sus pensamientos a través de la palabra.
Resulta interesante observar a quien, en su hablar, suele hacer uso de las palabras feas, pero al escribir lo hace sin recurrir a las mismas. ¿Por qué, entonces, se cuida cuando escribe y no cuando habla? Luego, entonces, si es a través de la palabra que se pronuncia o a través de la palabra que se escribe, que damos a conocer nuestros pensamientos, nuestras ideas, hay quienes, al hablar, se asisten de tan penosos o vergonzosos recursos como lo son las vulgaridades o las obscenidades?.
Un campesino, Usted lo escuchará hablar y, difícilmente, él va hacer uso de palabras malsanas, vulgaridades, lo cual contrasta con muchos en las ciudades en donde encontraremos que la palabra obscena está, regular o comúnmente, servida en la mesa del habla. No se excluyen hasta los viejos, jovencitas de alcurnia, profesionales como he dicho. En lo personal, no se por qué siento, cuando alguien me habla usando palabras obscenas que, al escucharlo, soy parte de su mal abolengo lingüístico. Por ello, aunque parezca pesado, prefiero apartarme o advertirle al hablante que no es necesario ser tan grosero o mal hablado. Que no participo de su mal hablar.
Empecemos por defender nuestro idioma, pues el idioma Español es rico y abundante en palabras; rico en sinónimos, antónimos, parónimos, en expresiones decorosas. Pido a nuestros estudiantes, sobre todo, a distinguirse con el buen hablar. Exhortamos a los niños, a los jóvenes, a todos los muchachos, en las escuelas y en las universidades, a hablar bien. El hombre que habla bien, al menos, acreditará ser un hombre educado.
“Decir lo que sentimos; sentir lo que decimos; concordar las palabras con la vida” (Séneca). “La palabra es mitad de quien habla y mitad de quien la escucha”. (Michel E. De Montaigne). Dios bendiga a la Patria.