Nacionales
¿Vuelven los encierros?
En un escueto comunicado, como suele ser ya de manera costumbrista, el Ministerio de Salud comunica a la nación entera la adopción de medidas extremas de cuarentena total y parcial para las provincias de Chiriquí y Veraguas. No se trata de provincias infructíferas, sino de provincias que aportan, sin excluir a otras de nuestra restante geografía, y merced a sus amplios territorios, valiosa producción agropecuaria: Ganadería, cultivos agrícola y otras divisas.
La cuarentena adoptada por el Gobierno Nacional en estas hermanas provincias, nos deja en Babia, es decir, impresionados, y surge de inmediato una pregunta: ¿Cuál es la causa, razón o motivo por la que se adopta nuevamente la perniciosa y dañina cuarentena, de efectos casi invaluables, respecto a los compatriotas chiricanos y veragüenses?
Si la información, que a diario, se nos brinda en los medios de comunicación en torno al índice de cuántos contagios se han dado en el día, cuántas personas han fallecido, es creíble, concluimos que pareciera haber sido casi, en las últimas semanas, una constante y si se tomaron en el pasado inmediato medidas de cuarentena cuando los contagios andaban volando y por encima de los mil y tantos diarios, la pregunta es: ¿Hemos vuelto al mismo error de cuando se inició la pandemia?, que con unos cuantos contagios encerramos a nuestra población, cerramos, prácticamente, todo el comercio, se suspendieron los contratos individuales de trabajo y que, hasta el día de hoy, más de ciento y tanto mil trabajadores que aún no se reincorporan a sus puestos de trabajo, en donde o fuero de maternidad y otros no han sido respetados, reitero volvemos a los mismos errores?
Yo no creo en los encierros. Lo he dicho mil y una vez y lo vuelvo a manifestar.
En días pasados algunos medios de comunicación señalaron que a finales del año 2021, Panama podía estar alcanzando lo que se conoce como “La inmunidad de Rebaño”. Creo que encerrando a la gente lo que estamos logrando es un maniqueísmo perverso y demagogo, a nivel político, con los derechos fundamentales, libertades y las garantías ciudadanas.
El panameño y todos cuantos moramos en este país, queremos que se respete el derecho a la libertad ambulatoria, amén de otras libertades en juego. Bien, es cierto, debemos respetar las restricciones que establece la Ley, pero debemos tener bien claro que esas restricciones no pueden ser antojadizas ni dejadas en manos de un Ministro que se ha venido comportando como el verdadero mandamás de la nación panameña.
¡Exigimos respeto! Exigimos que se reconsidere la dignidad de todos. No creemos ni entendemos la acción que se ha tomado en las provincias de Chiriquí y de Veraguas. Tampoco creemos que las medidas propias del encierro hayan sido las más procedentes, a como tampoco las más oportunas y menos cuando el país empieza a dar visos, aunque aún de manera insuficiente, de una recuperación económica. El esfuerzo ha sido de todos. La paciencia también obra de todos. El entendimiento y la comprensión, igual, para con las acciones del Gobierno, muchas de ellas no muy legales y discordes con convenios y tratados sobre derechos humanos suscritos por Panamá, hasta el extremo de tolerar y soportar los intermitentes regaños que salen de la boca del gobernante Cortizo.
Sin embargo, la población, diezmada en sus derechos y libertades, aunque callada, ello no significa que otorga ni confiere licencias para que la arbitrariedad y el despotismo corran por doquier en este país.
Siempre he dicho y lo vuelvo a sostener: Pensamos y hablamos por los que no saben, tal vez, hacerlo. Exigimos respeto por todos aquellos que desde el silencio gritan por un mejor Panamá en donde reine e impere la verdadera justicia.
No podemos seguir sujetos a órdenes que trastocan los principios pilares del Estado de Derecho. Que pervierten la dignidad de los seres humanos. La democracia no debe tan solo sonar como tal sino también manifestarse con expresiones concretas de respeto a los ciudadanos.
A fin de cuentas, queremos que quien quiera que sea que nos gobierne, lo haga sujeto al respeto que merecemos todos como panameños y como población de un Estado. Pero, sobre todo, ¡con sentido de amor a la Patria! Con sentido del mejor bienestar para los habitantes del país. Con objetivos bien delineados de decencia y de transparencia en la gestión pública. Con la profunda convicción de que cada real o dólar que se gasta en obras públicas debe ser bien administrado. Y que no hay lugar a que nadie, en lo absoluto, se adueñe o apropie de los bienes del erario público, de las riquezas nacionales. ¡Dios bendiga a la Patria!